Trastornos en la Salud mental ¿La segunda pandemia?

La pandemia por COVID-19 representa un evento de gran complejidad que está teniendo consecuencias en muchos niveles: médico, social, político, económico, cultural y en nuestra historia.
Esta situación no afecta solo la salud física sino que puede afectar también nuestra salud mental y bienestar, por lo que
la posibilidad de un aumento en los trastornos en la salud mental, es un tema que debe ser considerado dentro de las políticas de salud pública para implementar también las medidas necesarias en este rubro.
Así, el impacto en la salud mental, puede presentarse en distintos escenarios:
Impacto en personas afectadas directamente por el COVID-19:
Aquellas personas hospitalizadas y expuestas a este ambiente altamente estresante, tienen un alto riesgo de presentar Trastorno por Estrés Postraumático, depresión, alteraciones en el sueño y alteraciones cognitivas y en la calidad de vida. Mientras que los familiares de estas personas, pueden presentar estrés, miedo o ansiedad derivados de la situación.
Y los profesionales de la salud pueden experimentar un aumento de “síndrome del quemado” (bornout), “fatiga por compasión”, una menor satisfacción laboral y estrés laboral.
Impacto en la comunidad asociado a las medidas de distanciamiento social:
Las medidas implementadas para frenar la propagación del contagio han ocasionado un cambio repentino e inesperado en la rutina y estilo de vida, lo que puede incrementar el riesgo de experimentar sensaciones de soledad, aislamiento y ansiedad, y en algunas personas podría desencadenarse depresión, Trastorno por Estrés Postraumático, Trastorno Obsesivo Compulsivo, entre otros.
El permanecer en casa, naturalmente, puede aumentar también la tensión familiar derivada de la convivencia y la preocupación sobre aspectos financieros.
Finalmente, para las personas con condiciones preexistentes hay un riesgo de experimentar un aumento de los síntomas y de impactar en su funcionamiento.
Ante esto ¿qué podemos hacer?
Resiliencia.
Un punto crucial es prepararnos como una sociedad resiliente. Ante una misma situación, no todos la experimentaremos del mismo modo, y esto estará influido en gran medida por nuestra forma de reaccionar ante las situaciones adversas e inherentes a la vida.
Así, la resiliencia es la habilidad para adaptarnos positivamente ante las condiciones de la vida, y se trata también de un proceso dinámico, que evoluciona con el tiempo y que nos permite enfrentar las dificultades, recuperando nuestro equilibrio inicial o dando la oportunidad de un crecimiento.
Para esto es importante que nos mantengamos orientados en nuestro propósito de vida a pesar de las adversidades y situaciones estresantes. Tomemos la oportunidad de crecimiento, de replantearnos cosas y mirar hacia otros lados, pero sobre todo de mirar juntos.
Prevención y autocuidado.
“Pequeñas acciones que significan mucho”: si en tus posibilidades esta quedarte en casa, realiza actividades que te ayudarán a “reiniciarte”: ejercitarte, cantar, rezar, bailar, practicar técnicas de relajación, etc. Mantén regulados tus horarios de hambre y sueño y ¡Quítate la pijama!
Identifica tus emociones: ¿Cómo se llama esto qué siento? ¿Qué me está indicando? Permítete sentirlo y analizarlo.
Aceptar y validar cómo nos sentimos: ante una situación sin precedentes ES NORMAL SI NO TE SIENTES TAN BIEN, no te autoexijas en demasía y mantén comunicación con tus seres queridos, y contigo mismo.
Normalicemos el buscar ayuda: no es necesario esperar hasta que ya no puedas más, la prevención será siempre la mejor opción. Acércate con profesionales de la salud mental.