“Yo nunca tuve ayuda, y estoy bien. Esas son mentes débiles”
“¿Para qué pago un profesionista, mejor le platico a un amigo?”
Minimizar las consecuencias de un trastorno mental ha generado que desde el 2001, exista un incremento muy importante en la frecuencia de los trastornos mentales en jóvenes de entre 18 y 26 años, destacándose los trastornos de ansiedad, los trastornos del afecto, los trastornos por abuso de sustancias y las conductas disruptivas.
Sin embargo, el menosprecio más importante se le ha otorgado a las posibles causas.
El bullying o acoso escolar, por ejemplo, es un problema importante que afecta la salud y el bienestar de los más jóvenes con tasas de acoso escolar que pueden afectar hasta el 50% de los niños. Entre sus principales consecuencias destacan problemas emocionales, dificultades académicas y alteraciones del comportamiento.
Pero es durante la adolescencia que el acoso escolar/la violencia/el maltrato adquieren particular relevancia debido al rol que generan las pobres relaciones sociales en el desarrollo cerebral y por lo tanto debe ser atendido. De acuerdo con Kelly y colaboradores (2015), la temprana intervención profesional en la adolescencia puede reducir la aparición de trastornos mentales y el abuso de sustancias que han sido asociados con estas afectaciones.
De manera que la relación entre la violencia/maltrato/acoso y los trastornos mentales se ha explicado en investigaciones que muestran cómo estas situaciones afectan el desarrollo cerebral normal, modificando estructural y funcionalmente el cerebro.
Así, la evidencia demuestra que diversas regiones del cerebro tales como el lóbulo frontal, el lóbulo temporal, la amígdala y el hipocampo se ven alteradas, lo cual se traduce en dificultades para la toma de decisiones, la planeación, la inhibición, la organización de comportamientos para alcanzar una meta, el lenguaje (Cobos-Cali et al., 2017) la memoria y la regulación emocional (Dannlowski et al., 2012).
¡Lo alarmante es que tales capacidades son necesarias en todo ser humano para poder ser competitivo y alcanzar la autonomía en sus actividades académicas, laborales y sociales!
Ahora, ¿sigues creyendo en eso de las “mentes débiles”?
Dannlowski, U. Et al. (2012). Limbic Scars: Long-Term Consequences of childhood maltreatment revealed by functional and structural Magnetic Resonance Imaging. Society of Biological Psychiatry, 71: 286-293.
Kelly, E. Et al. (2015). Suicidality, internalizing problems and externalizing problems among adolescent bullies, victims and bully-victims. Preventive Medicine, 73: 100–105.
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One comment
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julio 5, 2022 at 3:51 pm
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